jueves, 24 de abril de 2008

Morir en primavera

Algún irresponsable sin cascabel debe campar a sus anchas entre los adosados de Puerta de Oviedo. Con su colaboración necesaria, mi gata Ari , -licenciosa criatura-, acaba de dar a luz a cinco cachorros de Persia.
En contraste con tamaña eclosión de vida, se me revuelve el cerebro al preguntarme cuántas personas llorarían por mí en el caso -¡Dios no lo quiera!- de que la parca se acercara a maullarme al oído.Y la angustia que me invade crece paralela a la comprobación de los escasos candidatos a plañidera.
¿Tendré yo mismo la culpa de despertar tan escasa conmiseración ?¿No será que por mi tibia "pose" -bobalicón despistado- me merezco esta flagrante ausencia de cariño? Y como "a duda flaca todo son preguntas", ¿es lo mío una tristeza episódica o más bien una inesperada astenia primaveral?
Tal vez, -y esto es lo más probable-, todo se reduzca a la típica e inevitable depresión posparto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡ Felicidades por los cachorrillos !

Escribes muy bien ... ¿ Te dedicas a esto frecuentemente ?