viernes, 17 de octubre de 2008

El desconocido (1)

No era un hombre valiente, pero trataba de sostener la mirada ante cualquiera. En especial,- y así resultaba más fácil-, si éste era un total desconocido.
-“El anonimato reafirma la confianza de los tímidos”-, pensó mientras sentía que un intenso rubor se agolpaba en sus mejillas.
Por otro lado, los rasgos de aquel hombre,-asomado frente a él en la ventana-, poblaban su mente de vagos recuerdos. Había algo amenazador en aquella efigie, algo etéreo e informe de lo que no lograba abstraerse. Espoleado por la curiosidad, reflexionaba sobre el motivo de ese desagradable desasosiego.
El desconocido, por su parte, mostraba una total falta de interés. Y eso, en vez de tranquilizarle, hería su orgullo (¡maldita vanidad!), y le hacía sentir un inexplicable rechazo. La ambigua pose que exhibía aquel tipo, un poco desafiante a primera vista, no transmitía,-tuvo que reconocer- , una agresividad especial, por lo que tras una breve observación,nuestro amigo concluyó que tras las huellas de aquel rostro, tan solo se ocultaba un acentuado cansancio.
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