viernes, 30 de enero de 2009

Del blog y los blogueros ( y 2)

Decíamos ayer… que, preso de la apatía escritora, me había dado por fisgar en los hogares de mis vecinos blogueros. También quedó bastante claro que había logrado percibir - nitidez cibernética- el “qué” escribíais y el “cómo” lo hacíais. Pero, llegado a ese punto, comenzó a preocuparme algo más sutil, más profundo, una interrogante abierta a la especulación: Y esta duda no es otra que el saber “por qué” lo hacéis, ”para qué” escribís, qué pulsiones os incitan, qué motivaciones os guían, qué sensaciones os empujan a rellenar, día sí y otro también, las inmaculadas páginas de vuestros libros blogueros.
(Yo, que conste, ya lo he confesado en mi lejana entrada del 3 del 12 de 2008.)
Y reconozco que el mero hecho de escribir, parte siempre, como si de un pecado original se tratara, de un supuesto sospechoso, que es el de la vanidad. Pero aún admitiendo el irremediable destello narcisista que adorna gran parte de nuestra literatura virtual (¡como si en la “real” no ocurriera lo mismo!), solo pretendo, en esta primera aproximación, determinar en cuál de los apartados básicos (y clásicos) podríais encuadrar vuestras inspiradas redacciones:
En las del “escritor COPULATIVO”,- ése que disfruta con la elaboración de su plato, ese que adorna, mima y pule sus escritos, pero cuyo gozo solo alcanza la cima con el gozo de sus lectores-,o, si por el contrario, os incluís en el apartado del “escritor ONANISTA”, ése tipo de autor al que no le importa ni siquiera que le entiendan, que escribe para su propio placer y que se inhibe de las opiniones del hipotético lector que pueda acceder a sus reflexiones.
Y eso es todo lo que quería saber.


Pero otro día os preguntaré por lo que verdaderamente me importa, que es vuestra edad, profesión, estado civil, estado sentimental, religión, ideología política y equipo de fútbol.
¡Y ese día, el que tenga webs, que se atreva a responder y se lo comunique al Servidor!
Es decir, a mí,… vuestro seguro servidor.

jueves, 29 de enero de 2009

Luto


Este blog permanece hoy cerrado en señal de luto por el fallecimiento de la madre de uno de los comentaristas habituales.

Su dolor es el nuestro.

miércoles, 28 de enero de 2009

Del blog y los blogueros

Hoy me he levantado con una vagancia fuera de lo común, y matando el tiempo, asomado a la ventana, me he dedicado a escuchar las conversaciones de los vecinos:
Velda habla de gatos y Peleón de la gran sabiduría de las máximas intemporales; El Porquero instruye sobre los anhelos geográficos del alma porcina; Farrah se pregunta cómo luchar en una guerra que no existe; El Buscador cuenta una historia de niños (que al final es de niñas), y la Dra. Laura nos instruye sobre hombres hipertróficos , vigoréxicos e intoxicados; Noguera explica la fórmula para contestar a las operadoras de telefónica; Silvo conversa sobre el fracaso del ser humano y el sufrimiento de Gaza; Mery Jane nos ilustra sobre el erotismo del BOE, mientras que Mamá-rin se despide temporalmente por imperativo académico; El del submarino elucubra con caníbales (¡los hay “raritos”!), mientras que Mencía lo hace con olas y juegos; Livy nos recuerda el “Riff de Púrpura” de la Fender Stratocaster e Isbela el sufrimiento contenido y la desesperación del que ama; CuanMarce poetiza sobre el destino, Daniel publicita un disco, Mamotos cita al Nobel William Butler, Patricia elogia a la amistad y Sandra a la tierrina.
Y Momius, Woman y otros vecinos anónimos, no dicen nada, pero seguro que están pensando alguna maldad.
¡Qué distintos somos todos!
¿O la disparidad es mera apariencia?
Pero, más que lo que dice toda esta gente, existe otra cosa que me preocupa mucho más de ellos…
Sí, vosotros también queréis saber de qué se trata, pero ya os dije que hoy estoy muy vago y tendréis que esperar a mañana.

domingo, 25 de enero de 2009

Vegetariano


-¡Te he dicho una y mil veces que mientras vivas en esta casa, acatarás las normas!-gritó el padre a su hijo adolescente. Y añadió:
-Y si tu madre ha cocinado carne para comer, te la comerás, aunque no te guste. Y si no, te la merendarás, y si no, te la cenarás.
El chico, mirando al plato, susurró:
¡Dios mío, qué ganas tengo de cumplir los 18 para hacer lo que me dé la gana! .Yo también te he dicho un montón de veces que no me gusta la carne, que me repugna la idea de consumir productos cadavéricos, que no puedo evitar el pensar que proceden de un ser vivo. Si por lo menos fuese una hamburguesa del MacDonalds…
El padre, bajó el tono de voz:
-Tu bisabuelo comía carne, tu abuelo comía carne, yo como carne, y mientras yo viva, se seguirá comiendo carne en esta casa. Las tradiciones son importantes…
-Papá, los tiempos cambian- respondió el chico en tono conciliador. Y además, yo no tengo la culpa de ser hijo del último Jefe de Tribu Caníbal que existe en el mundo…
El hombre, con un gesto de contrariedad, se dirigió ahora hacia la mujer que observaba la escena en silencio:
-La culpa la tienes tú. Siempre lo has malcriado.
.

viernes, 23 de enero de 2009

Amor en el trabajo

Aunque llevo muchos años trabajando con ella, no puedo evitar que, al verla, me entren temblores y me hierva la sangre.
Siempre había escuchado lo dificultosas que resultan las relaciones sentimentales en el ámbito laboral, pero ahora que lo padezco en mis propias carnes, reconozco cuánta razón tenían los que del tema hablaban.
Y es que, cuando me la cruzo en la oficina y nuestros cuerpos se rozan, siento el irrefrenable deseo de estrecharla entre mis brazos y decirle que la quiero con locura.
Pero no me atrevo, ella es bastante callada y ni tan siquiera sé si siente lo mismo.
Y cuando, a la hora del café, percibo la inevitable cercanía de sus labios, me invade un insensato impulso de besarlos con ternura.
Pero no puede ser: El jefe y los demás compañeros están cerca, yo soy muy tímido y, además, no tenemos tanta confianza: Tan solo llevamos veinticinco años casados…

miércoles, 21 de enero de 2009

Marketing

Un buen amigo mío,- afamado dermatólogo-, muy preocupado por la crisis, acudió a un curso de “Coaching Empresarial para Médicos” con la idea de adaptar su clínica a la preocupante situación económica actual. En él –perplejo- escuchó documentadas ponencias que versaban sobre la ignorancia supina del colectivo médico en aspectos de gestión y mercadeo:
-”Se empeñan ustedes en llamar “pacientes” lo que simplemente son “clientes”; son ustedes buenos científicos y confían en su prestigio, pero, a poco se descuiden, acabarán cerrando sus clínicas”
Más asustado que convencido, mi amigo contrató una empresa de marketing para que le orientaran en la mejor manera de mejorar su actividad y lograr el deseado éxito profesional.
Toda una semana duró la exhaustiva inspección, y en ella le revisaron instalaciones, proveedores, albaranes, protocolos clínicos, la música de sala de espera y hasta el color de su bata. Pero, al fin, llegó la ansiada evaluación:
-Doctor, su práctica profesional es notable, su formación académica extraordinaria y sus instalaciones se encuentran a un gran nivel. Pero su verdadero problema radica en la chica que tiene en Recepción. Lamentablemente tendrá usted que ir pensando en despedirla….
-Pero- se apresuró a objetar el galeno-, Carmencita lleva conmigo toda la vida, le tengo mucho cariño,… yo no podría….
-Si de veras pretende Vd. mejorar su negocio, deberá seguir nuestras instrucciones- le respondió el experto: Esta chica es seca con los pacientes, antipática a veces, jamás sonríe, se atropella al hablar por teléfono, es un desastre dando citas y , para colmo , ni siquiera posee el mínimo atractivo físico que el puesto requiere…

Mi amigo, compungido, se apresuró a llamar a la recepcionista al despacho .Una vez allí, le susurró con cariño:
-Carmen, a partir del lunes, ya no vendrás a la clínica; nuestros hijos,-adolescentes-, necesitan en casa más que nunca la presencia de una madre.

domingo, 18 de enero de 2009

SPORTMAN versus ORONDUSMAN (y 2)

A punto de salir por donde había entrado, una educada señorita se dirigió hacia mí, y comenzó con una onomatopéyica soflama:
-Mire usted, -me dijo con entusiasmo-, puede escoger entre: “gap”, “jam”, “tbc”, “step”, “aikido”, “combat”, “urban dance”, “kickboxing”, “pilates”, “pump” (aquí me imaginé alguna modalidad gimnástica con escopeta), “bosu expres”, “fitball”, “spinning”…
Un poco intimidado, no tuve más opción que sincerarme y le susurré:
- Si le digo la verdad, mi único interés consiste en que, - como del árbol navideño-, pueda ahora desembarazarme de esos malditos mazapanes, que,- obstinados-, se empeñan en permanecer sobre mis flancos…
- Creo que lo mejor será que empiece con la cinta de correr- musitó sin entusiasmo.
Y aunque ese primer día (para el footing) me asignaron una aguerrida y enérgica matrona, les debí de dar pena y pronto me la cambiaron por una esbelta “vigilante de la playa “: En ese preciso instante, mi motivación y mi velocidad experimentaron un espectacular incremento.
Otro problema que existe en los gimnasios es el de la intendencia: Zapatillas de correr, calcetines, pantalón de deporte, camiseta, pulsómetro, toalla, chanclas de ducha, champú, gel, peine, desodorante, gafas de piscina, gorro de agua, chándal… Resulta inevitable que al verte entrar con cuatro mochilas, piensan que en vez de ir a hacer deporte, te vas de excursión.
El primer día, no nos engañemos, es un trauma. Lo primero que encuentras es la “Sala de Pesas y Musculación”. De tan ampuloso nombre fui informado más tarde, ya que, al principio, bien creí que algún hechizo me había transportado a las mazmorras de la Santa Inquisición: personas atadas de brazos y piernas a diabólicos artilugios de acero, sudorosas, crispadas, exhalando algún gritito forzado… ¡Incluso las había colgadas de los pies! ...Pero al cabo de un rato te das cuenta de que tu percepción es errónea, y que los hay que incluso sonríen. (Con los dientes apretados, eso sí).
Otro problema nada desdeñable es el factor psicológico: Nunca me había visto rodeado de tantos Schwarzenegger y tantas “socorristas de playa”: Esos bodies multicolores, esas camisetas ajustadas, esos ceñidos “piratas”, esas cintas de pelo a juego con las muñequeras, esas mallas anatómicas…
Y claro, tú te ves allí en medio, -con la camiseta que te regalaron en el Hipercor y el viejo pantalón de gimnasia del Instituto-, y te entra una desmoralización…Y como además, para no desentonar, metes barriga y sacas pecho, sumas a la incomodidad psicológica la irremediable falta de oxígeno, pero,- ¡orgullo torero!-, no abandonas esta pose hasta que te pones cianótico o eres presa de sofocantes vahídos.
Pero eso es solo el primer día, porque después, controlando la situación, ya vas directo a un rincón poco iluminado en el que estás “a tu bola” corriendo como un penitente…
Por eso, con la idea de evitar multitudes, salté de alegría cuando supe que en el recinto había piscina. Y allí me dirigí presto, ¡alma que lleva el diablo!, soñando con sentirme arrullado por el cálido y relajante elemento. ¡Sí! ¡Por fin me encontraba como pez en el agua! ¡Por fin retomaba la placidez perdida del líquido amniótico!¡ Por fin sentía en la piel el jubiloso y húmedo alivio de un redivivo Moisés salvado entre la tibieza de aquel agua azulada!
Pero poco duró mi alegría. Cuando me encontraba,- feliz y relajado -, descansando del primer largo, noté que unas manos me agarraban con fuerza. Ante tamaño apretón, me giré para comprobar si alguna de las “monitoras-vigilantes de la playa” había sido presa de un irrefrenable arrebato. Pero no, era una señora (por cierto, de mi equipo mazapánico), que se disculpó diciendo:
- Perdone, señor, es que lo he confundido con el flotador de seguridad…
-¡Mecagüen…!
Ni que decir tiene que el nivel de la piscina subió dos cuartas, consecuencia lógica de las lágrimas que mi desolación derramó…Pero traté de sobreponerme evocando el verdadero motivo que me había llevado hasta allí: Los mazapanes y su obstinada adherencia. Y continúe resignado remando en mi soledad acuosa…

Pero, bueno, no hay que dramatizar, no todo son inconvenientes, en ocasiones lo paso bien, he aprendido a ir en moto con cuatro mochilas, a aguantar tres minutos sin respirar, a sonreír mientras sudo la gota gorda y además, de vez en cuando, en la piscina, me abrazan…Si además pienso que,- como decía Punch-, me tornaré tolerante, reprimiré mi cólera y aprenderé a soportar un revés…
Aunque, de momento, siendo sincero, lo único que ha conseguido mi “monitora-vigilante de la playa” es aumentarme el apetito.

Y las ganas de comer, también.

jueves, 15 de enero de 2009

SPORTMAN versus ORONDUSMAN (1)

Ya he comprobado, estimados blogueros que, tomándoos a chanza mi particular Gólgota gimnástico, no estáis dispuestos a constituiros -despechados cirineos - en el apoyo sobre el que reposar mi alma exhausta y mi cuerpo lleno de agujetas.
Y hablando del tema, pienso que los gimnasios se han convertido en las modernas catedrales de un obsesivo y esnob culto al cuerpo.
Y siempre que surge una idea, se constituye -como si de una sombra se tratara- su inevitable antagonista. Y así, podríamos hablar, en este ámbito de la devoción corporal, de dos especies bien diferenciadas:
Por un lado, nos encontramos con el sujeto culto, sedentario, orondo y poco musculado (El Orondusman); por otro, en el extremo contrario, hallaríamos al individuo culturista, hiperactivo, dinámico, pero poco interesado en tensar los músculos de las neuronas. (El Sportman)
Pero cualquier simplificación acarrea injusticia, y se hace, pues, necesario precisar que los especímenes mixtos son los más comunes: Es por ello que no es inusual contemplar un Pitagorín con abdomen “en tableta de chocolate”, ni un zoquete de tono muscular apagado, que como todos habéis deducido, (¡qué sagacidad, so-listos!), es mi triste caso.
Pero es bien conocido que nadie se conforma con su estatus, nadie se resigna a desempeñar ante el mundo y la sociedad el papel que le ha tocado en suerte. Y así, en general, el “Sportman”,- el guaperas, para entendernos-, sueña con adquirir una brillante formación académica, se apunta a clases de inglés y colecciona fascículos de gestión y administración de empresas. Mientras, el tenue y reflexivo “maestro lumbrera”, pálido y fofo, se reconcome el alma cavilando sobre la imperiosa necesidad del ejercicio físico y sobre el método que le permitirá estilizar su lamentable silueta.
Pero no quisiera yo diluirme en banales generalidades gimnásticas sino ceñirme al demostrable acervo de las experiencias propias.
Cuando hace unos días, resacoso, imbuido aun en los propósitos del nuevo año, entré en el centro deportivo que días atrás había escogido, lo primero que vi fue un mural. En él, en letras de molde, podía leerse esta cita de Punch, que data de 1850:

“Deportista es el que, no solamente ha fortalecido sus músculos y desarrollado su resistencia mediante la práctica de algún deporte, sino que, con esta práctica, ha aprendido a reprimir la cólera, a ser tolerante con sus compañeros, a no aprovecharse vilmente de una ventaja, a sentir íntimamente como deshonor la mera sospecha de una trampa y a soportar con la cabeza alta y con alegría el desencanto de un revés”

-He de reconocer que el párrafo es profundo - pensé-, pero, ¿para qué demonios estoy aquí? ¿Para mejorar mi virtud, o para sudar la camiseta?
...

lunes, 12 de enero de 2009

Impotencia masculina

Existen momentos en la vida de un hombre en los que resulta inevitable cuestionarse la propia valía, dudar de uno mismo y admitir que los años no pasan en balde.
Hoy, fue uno de ellos.
Al principio, todo iba bien; noté que mis músculos se desperezaban lentamente y que mi organismo comenzaba a entrar en calor. Pero sentir la cercanía de aquellas piernas esbeltas y fibrosas y aquel aliento perfumado tan próximo, hizo que yo, (como haría cualquier hombre), redoblara los esfuerzos. Transcurridos pocos minutos, comprendí que el cuerpo no seguía a la mente:
-Esta chica es demasiado joven- pensé para mis adentros
Pequeñas gotas de sudor comenzaron a cubrir mi frente, y en la estancia,- cerrada y con poco luz-, resonaban los jadeos. Y fue en aquellos angustiosos instantes cuando sentí,- como losa opresiva sobre el diafragma-, el cercano Roscón de Reyes, el cava, los mojitos y los Polvorones de la Estepeña.
Ella, sin percatarse de mi verdadera agonía, susurraba de vez en cuando:
-¡Vamos, ánimo!
Mi resuello ya era escandalosamente ostensible, el corazón latía a una velocidad inusitada, pequeñas punzadas se clavaban en la espalda y yo, tratando de disimular los ahogos, ponía todo de mi parte para no desfallecer.
Pero ella, sobrada de juventud y arrestos, no cesaba de azuzarme:
-¡Más deprisa, más deprisa!
Mi orgullo varonil estaba ahora en entredicho y sacando fuerzas de flaqueza apuré hasta la última de mis energías para no decepcionarla.
Sin embargo, mi eficiencia no debía ser la esperada, ya que, de sopetón, me gritó:
-¡Déjalo, déjalo! ¡Otro día lo harás mejor…!
Y sin contemplaciones, me arrojó la toalla que permanecía doblada sobre una de las barras de la cinta de correr.
-Toma, sécate el sudor.
-No es sudor, son lágrimas- contesté yo compungido.
Y mientras me desmoronaba sobre el banco de abdominales, pensé en lo duro que era el “footing indoor” y lo crueles que se mostraban las monitoras de mi gimnasio.
Y poco respetuosas con las canas.

viernes, 9 de enero de 2009

Eutanasia juvenil

Ayer, una de mis hijas- universitaria-, en un arranque de emotividad y mirándome fijamente a los ojos me suplicó:
-Papá, nunca me dejes vivir en estado vegetativo, nunca permitas que para sobrevivir dependa de máquinas y sueros. Si me ves en ese estado, por favor, desenchufa todos los artefactos que me mantengan viva…

Con lágrimas en los ojos, asombrado y orgulloso de su madurez, me encogí de hombros y le desenchufé el televisor, el DVD, la TV por cable, Internet, el portátil, el mp3, la PSP, la Wii, el cargador del móvil y el iPod.
Y, por aquello de los sueros, también puse fuera de su alcance todas las cervezas.


¡Qué constructiva es la sincera comunicación paterno-filial!

martes, 6 de enero de 2009

¡VIVA (el) CUBA LIBRE! (2)

Estimado amigo:
Podría hablarte de los guanajatabeyes y su cultura mesolítica; de los 300 de Diego de Velázquez y cómo quemaron vivo al cacique Hatuey en Bayamo; de los criollos y su sincretismo hispano-esclavista; de los corsarios, bucaneros y filibusteros del siglo XVIII; de Martí, héroe nacional, de Maceo, de Batista y de los Barbudos; de la misteriosa salida de la isla del Ché en marzo de 1965, 8 meses antes de que se constituyera el Comité Central del nuevo PC de Cuba.
También podría hablarte de la Santería, los orishas, los oráculos y las sobrecogedoras sensaciones que experimenté al contemplar cómo se entierran gallinas vivas a orillas del río Almendares; del ron, de la quema de campos previa a la recolección de la caña de azúcar; del tabaco, “esa hoja india, consuelo de meditabundos, delicia de soñadores arquitectos del aire, seno repleto de fragancia de ópalo alado”; de los estilos arquitectónicos de la ciudad de la Habana y de su amarga decadencia.
Podría también hablarte de la pintura guajira; de la poesía afrocubana de Nicolás Guillén; de los alegatos contra la esclavitud del prusiano Von Humboldt en 1800; del “Proust del Caribe”, el poeta José Lezama; de la nostalgia del escritor Reinaldo Arenas; de las chicas de Zoé Valdés y su erotismo “a la cubana”; de las andanzas del autor de “El viejo y el mar” en Cojímar, de La Bodeguita del Medio, del hotel “Ambos Mundos”….


Pero solo te hablaré de una cosa:
“Hemingway´s Special”:
2 cl. de ron, una cucharada de zumo de pomelo, el zumo de medio limón, una cucharada de marrasquino y hielo picado. Mezclar.

Y después de agitarlo bien, haz como los cubanos: Escucha un poco de “salsa”, bébetelo y no preguntes nada más.

lunes, 5 de enero de 2009

¡VIVA (el) CUBA LIBRE!

En el principio era el Paraíso…

Perjudicado por las altas temperaturas de las playas caribeñas, así como por la elevada graduación de las bebidas refrescantes de la zona, aquí me encuentro, estimados blogueros, postrado frente al teclado y aquejado de un agudo e insufrible síndrome post-vacacional.
A orillas de Varadero, el mundo dejó de ser para mí, por unos días, un campo de batalla y se convirtió en un paraíso de retorno a la infancia donde el jugar, divertirse y caminar descalzo, recobraron su significado real.
En otras palabras, y resumiendo, que resulta extenuante no hacer nada, y aunque traté de aminorar los daños de esta desaforada actividad exponiendo al sol los Cuentos de Dostoievski, solo conseguí que el pobre ruso,- acostumbrado a la tundra siberiana y a pesar del ungüento de protección 50-, quedase "más-quemao-que-la-moto-un-hippie”. También la pintura flamenca del Renacimiento se reblandeció entre las páginas recalentadas del magistral ensayo de Todorov. No le fue mejor al Nóbel Pamuk, cuya prosa,- suelta y dispersa- (“Otros Colores”), se me antojó producto de una inoportuna diarrea tropical-estambulí.
Sin embargo,- y muy al contrario de lo que cabría esperar con tan volcánicos estímulos-, mi mente se enlenteció, se tornó obtusa, pastosa, anquilosada, llena de humo de Cohibas y menta de mojitos, y aunque confiaba en que los míticos “Daiquiris-Hemingway” de La Floridita me aclararan las ideas, éstos solo me espesaron aún más la sangre, me tupieron las arterias, me durmieron los nervios, hicieron que la apatía rebosase por todos los poros de mi cuerpo y que los escasos escalofríos obtenidos solo se lograran con esa incomprensible manipulación que el maligno realiza sobre el aire acondicionado.
Acondicionado para los pingüinos, supongo.
De cualquier forma, ahora, sacudiéndome la arena, digiriendo el retorno, mascando el cambio horario, llorando ante fotos y folletos, me asfixio entre la evocación de tan cercanos recuerdos, y solo me queda el respaldo de un acendrado estoicismo y una severa formación espartana para tratar de hacerme fuerte y luchar contra los amargos tragos (¿he dicho tragos?) que la vida me envía.
Pero no quiero abrumaros con mi melancolía y mi nostalgia infértil: Nada en mi vida, pues, tiene ya sentido y tan solo espero el bálsamo de una caritativa palabra de aliento.


En el principio era el Paraíso…

domingo, 4 de enero de 2009