Aunque mi tiempo libre es escaso, por la noche, a esa hora postrera en la que me encuentro más cerca del arpa que de la guitarra, me obligo a leer el periódico del día. Gracias a ese abnegado ejercicio, ayer encontré,- en las páginas del corazón-, una noticia que me alteró el ídem pero me abrió la mente.
Y es que resulta que en la Universidad de Carolina del Norte, sesudos investigadores han llegado a la conclusión de que los varones casados tienen un sobrepeso notable si se le compara con el de los especímenes de igual edad que permanecen solteros.
¡Y yo que pensaba que lo mío se debía al Big-Mac del McDonalds y a los Ferrero Rocher!
Pero para que nadie se confunda, especialmente los malpensados, hago constar que, gracias al gimnasio, mis abdominales están en forma.
En forma de balón, como los de Papá Noel.