lunes, 7 de febrero de 2011

"Chorizos" a la sidra

Cuando el oído percibe el susurro del Guadalquivir y un ojo descansa en la Mezquita de Córdoba y otro en las palabras de Antonio Damasio, además de correr el riesgo de volverse uno bizco, resulta imposible eludir el impulso de la introspección y de la toma de la conciencia del “sí mismo”.
Y eso me lleva a preguntarme de dónde proviene mi exacerbado interés en escudriñar los significados precisos de las palabras.
Y concluyo que la culpa de todo reside en una frase de mi amigo Wenceslao: “Una palabra incomprendida es, en una página, como un adoquín levantado en una calle”
Pero también soy consciente de que para la adquisición de un mínimo bagaje semántico (de andar por casa y por el blog), no se precisan grandes piruetas intelectuales ni dormir abrazado al Diccionario de RAE, y que, en ocasiones, resulta más que suficiente una lectura atenta del periódico nuestro de cada día:
PREVARICACIÓN: Cuando una autoridad o funcionario dictan una resolución arbitraria sabiendo de su injusticia
COHECHO: Cuando una autoridad o funcionario aceptan o solicitan un soborno
MALVERSACIÓN: Cuando una autoridad o funcionario sustrae-o consiente que otro lo haga-, dinero o bienes públicos
TRÁFICO DE INFLUENCIAS: Cuando una autoridad o funcionario se vale de su cargo para influir sobre otro empleado público o autoridad con el fin de obtener un beneficio económico para él o para terceras personas
FRAUDE Y EXACCIONES ILEGALES: Cuando una autoridad o funcionario se pone de acuerdo con los interesados en un contrato u otro tipo de actuación pública para adjudicárselo.
NEGOCIACIONES PROHIBIDAS A FUNCIONARIOS: Cuando una autoridad o funcionario utiliza su cargo para participar en alguno de los contratos o actuaciones que de él dependen.

Por todos y cada uno de esos primorosamente desglosados términos, se halla entre rejas el Consejero Socialista de Educación del Gobierno del Principado, el Sr. Riopedre. Tras los barrotes, le acompañan en la desdicha dos altas funcionarias socia-“listas” que se pasaron de ídem y funcionaron más de la cuenta en beneficio propio.
¡Y yo que pensaba que eso de la corrupción era patrimonio exclusivo de los valencianos trajeados de derechas!
Sin embargo, un amigo diputado me comenta que este individuo es un hombre austero, un sobrio ex-dominico reconvertido a comunista, un tipo al que si se le vuelca por los talones no le caería ni una moneda de 20 céntimos. Y es que todo parece indicar que la causa de sus trapicheos deriva del intento de ayuda financiera a la empresa de su hijo, una empresa deficitaria, marginal y de escasa facturación.
Y es este último dato el que me ha enternecido sumamente y me ha hecho recapacitar hasta el punto de preguntarme si –llegado el caso- no sería yo también capaz de estirar hasta el infinito la incierta goma de la legalidad para tratar de ayudar a mis hijos.
Porque yo - como la Esteban, lo reconozco- por mis hijos “MA-TO”
Así pues, y a pesar de la notable divergencia ideológica que me separa del imputado, deseo de corazón que este pobre hombre demuestre su inocencia y pueda abandonar la celda de Villabona para así retornar a su antigua celda de dominico de la que –visto lo visto- nunca debió salir.
O que- como mal menor- sea magnánimamente considerado el atenuante de “enajenación PATERNAL transitoria”, causa última del ofuscado proceder de este ascético septuagenario.

PD: Y para los despistados que no comprendan mi iconografía de hoy, les recuerdo que “chorizo” no es solo un “Pedazo corto de tripa lleno de carne, regularmente de puerco, picada y adobada, el cual se cura al humo” sino que también significa.” Ratero, descuidero, ladronzuelo”.


¡Mucho presumir de feisbu y de experiencia con las nuevas tecnologías y luego os liáis con las fotos de los embutidos!

¡Mecagüen…!

martes, 1 de febrero de 2011

¡ IMPOSIBLE !

La palabra “imposible solo existe en el diccionario de los cobardes”, aseguraba Napoleón.
Y queda claro -con el título de mi entrada de hoy- que yo no debo ser excesivamente valiente.
Pero no es la semántica el motivo de mis elucubraciones de hoy, sino contaros el devenir de una fructífera coincidencia: Estaba yo el otro día fumándome un cigarrillo en una zona autorizada -es decir, en la putten strassen- y me topé de bruces con Michio Kaku, un catedrático de física teórica con el que–ante la ausencia de nada mejor de lo que hablar-, me puse a cotillear sobre el futuro. ¿Podremos llegar a ser invisibles- le preguntaba yo- y viajar en el tiempo y teletransportarnos? ¿Se podrán mover objetos con la energía de nuestra mente? ¿Conseguiremos crear naves espaciales que alcancen una velocidad superior a la de la luz?
Mientras charlábamos, me acordé del prestigioso físico victoriano Lord Kelvin, que consideraba que el hecho de que volaran aparatos más pesados que el aire era una quimera, que los rayos X eran un fraude y que la radio no tenía futuro. Lord Rutherford, descubridor del núcleo del átomo, descartó la posibilidad de construir la bomba atómica diciendo que eran “pamplinas”. El propio Einstein escribió un artículo en 1939 en el que “demostraba” que nunca podrían formarse agujeros negros.
¿Podemos afirmar, pues, que determinadas tecnologías son imposibles y que tan sólo tienen sentido como recurso barato en las pelis de ciencia-ficción?
El honolable Kaku, armándose de paciencia, me clasificó los “actuales” imposibles en varios compartimentos:
Imposibilidades de tipo I: Lo constituyen las tecnologías que hoy en día son imposibles pero que no violan las leyes de la física conocidas. En este apartado se podrían incluir el teletransporte, los motores antimateria, ciertas formas de telepatía, la psicoquinesia y la invisibilidad.
Imposibilidades de tipo II: Son las tecnologías situadas en el límite de nuestra comprensión del mundo físico. Incluyen las máquinas el tiempo, los viajes en el hiperespacio y el viaje a través de los agujeros de gusano.
Imposibilidades de tipo III: Son tecnologías que violan las leyes de la física conocidas. Se podrían encuadrar en este apartado las máquinas de movimiento perpetuo y la precognición.

El señor Kaku me habló de otras muchas cosas, todas sugestivas, pero no despejó mi interrogante más angustioso: ¿Qué tipo de imposibilidad constituye mi relación con la Jolie?

Sea cual sea el resultado de esa terrible duda, lo que tengo claro con mi Angelina es que, o nos ponemos las pilas, o se nos va a pasar el arroz.