martes, 26 de abril de 2011

FORAJIDO DE AUTOPISTA

Henchido de gozo, saturado de regocijo, embriagado por la lujuria de los sentidos, alegre como unas castañuelas: Así me dirigía yo conduciendo mi Rocinante de cuatro ruedas hacia la Capital del Reino para atender asuntos profesionales.
Y es que notaba en mi interior cómo la eclosión primaveral hacía vibrar mis fibras más sensibles, tensaba mis músculos, despertaba mi fantasía y arrebolaba mi espíritu en la vorágine del blanco de las nubes, el verde de los campos y el límpido azul del cielo.
Y verde y blanco y con una luz azul en el techo también era el vehículo que a la altura de Arévalo me hacía señas para que me detuviera en el arcén. Y -¡qué casualidad!-también era verde el uniforme del individuo que de él descendió, blancos sus ojos y azul el talonario que esgrimía en la mano izquierda. El susodicho, con la diestra, y con la prestancia de un general, me brindó un varonil saludo castrense. Pero rápidamente escondió la mano y lanzó la piedra:
-“Ha sido usted detectado por el radar circulando a 141 Km por hora”


Preso de la astenia primaveral no acerté a replicar con un argumento convincente, tal como, por ejemplo, que un inoportuno calambre en el gemelo de mi pierna derecha había sido la causa de una involuntaria y transitoria contracción espasmódica sobre el pedal del acelerador…
Solo acerté a responder:
-¿Está usted seguro de que la medición de esos aparatos es fiable?


Y aquel individuo verde -que no era marciano, sino de la DGT- enarcó las cejas y se limitó a comentar:
-Permiso de conducir, por favor.


Y yo, de buena fe, dispuesto a una colaboración sin límites, vacié ante sus ojos todo el contenido de mi guantera: Permiso de circulación, DNI, pegatina de la ITV , un carnet caducado del Real Oviedo, una gamuza anti-empañante Vileda, dos paquetes de Kleenex, una cajita de Smint, tres peines de hotel, dos bolis resecos, una goma del pelo, un casette de Bob Dylan , otra del pop español de los 60, un lápiz sin punta, dos toallitas jabonosas, tres pares de gafas, cuatro Choca-Pic, cinco Frosties, media galleta Tosta-Rica y una navaja de Albacete.

Y cuando el atribulado agente me ofreció una hoja de su talonario- que yo bien pensé que, dada mi generosa colaboración-, sería una papeleta para la rifa de la Cesta de Navidad de la Benemérita- comprobé que se trataba de una sanción de 300 euros, si bien es cierto que -¡ya es primavera en el Corte Inglés!- tenía una rebaja del 50% si el pago se efectuaba antes de 15 días.


Pero nada sabían esos ingenuos funcionarios de la persona a la que se enfrentaban, eran desconocedores que- con su actitud- habían despertado en mí a la fiera que llevo dentro, y al marchar, sibilinamente, a traición, les hice una foto con el móvil mientras ellos- ajenos a su desgracia-se fumaban tranquilamente un cigarrillo dentro del coche, lugar que- en su caso- puede considerarse lugar público y centro de trabajo.
¡Mi venganza será terrible!


Aunque, ahora que lo pienso,- ¡malditas prisas!-, no me acorde de pedirles la dirección a la que enviarles la foto del delito, así como tampoco les facilité los veinte dígitos de mi cuenta corriente en donde podrían hacerme efectivo el importe de la grave sanción que conlleva el fumeteo ilegal.
¡Mecagüen…!


Bueno, pensándolo mejor, en vez de descargar mi furia sobre el cruel brazo ejecutor del Estado, voy a echarle la bronca al listillo que me vendió “ese sofisticado e infalible anti-radar láser de última generación”


¡Grrrrr…!

lunes, 18 de abril de 2011

¡ALELUYA!


Estimados blogueros:

El otro día fui partícipe de una experiencia mística que quiero compartir con todos vosotros. Imbuido por el fervor religioso propio de estas fechas y deseando hacerme merecedor del perdón de mis numerosos pecados, entré en una librería cristiana y allí –entre libros de teología y filosofía-encontré una pegatina para el coche que decía: “SI AMAS A DIOS, TOCA LA BOCINA”

Con la furia del converso, decidí comprar unas cuantas unidades y pegarlas en lugares bien visibles de mi vehículo.

Al salir conduciendo, llegué al cruce de las dos calles más importantes de Oviedo, una zona totalmente atascada, ya que era la hora punta. Como el semáforo estaba en rojo, me quedé allí pensando en el Señor y en todas las cosas buenas que nos regala su infinita misericordia.

Tan enfrascado me hallaba en mis meditaciones que no me di cuenta que la luz se había puesto en verde, pero descubrí que muchos otros aman al Señor porque inmediatamente comenzaron a sonar un sinfín de bocinas... ¡Fue extraordinario!

La persona que estaba inmediatamente detrás era sin duda muy religiosa, ya que tocaba la bocina sin parar y gritaba:

- ¡¡¡Dale, por el amor de Dios...!!!

Dirigidos por él, todos hacían sonar la bocina. Yo les sonreía y los saludaba con la mano a través de la ventanilla. En verdad os digo, fue maravilloso, me encontraba totalmente emocionado.

Me llamó la atención un chaval (con pinta de rapero) que me saludaba de una manera muy particular, levantando solamente el dedo medio de la mano izquierda.

Le pregunté a mi hijo pequeño, -que viajaba conmigo-, qué demonios querría decir ese saludo. Me contestó que no estaba muy seguro, pero que creía haber visto en Internet que ese era un saludo hawaiano de buena suerte. Entonces yo saqué mi mano por la ventanilla y saludé a todos de la misma manera. A mi hijo le entró la risa tonta, supongo que por la bella experiencia religiosa de la que estaba siendo testigo.

Dos hombres de un coche cercano se bajaron y comenzaron a caminar hacia mí, probablemente para rezar conmigo o para preguntarme a qué Parroquia pertenezco, pero en ese momento fue cuando vi que la luz del semáforo estaba verde. Entonces, saludé a todos mis hermanos en el Señor y arranqué.

Después de cruzar, noté que el único coche que había podido pasar era el mío, ya que la luz volvió a ponerse en rojo, y me sentí terriblemente triste por dejarlos allí después de todo el amor que habíamos compartido. Por lo tanto, paré el coche, me bajé, saludé a todos una última vez con el saludo hawaiano y me fui.

Ruego a Dios por todos esos buenos hombres y mujeres.


¡Ay, qué bonito es estar conectado con la divinidad…!

viernes, 15 de abril de 2011

El blog puede perjudicar seriamente la salud

“En el principio era la palabra”:El que esto asegura era Juan Pescador, coautor de uno de los mayores best-seller de todos los tiempos , el Antiguo Testamento.

Y es que desde siempre hemos tenido conciencia de la importancia de la verbalización en el papel de vehículo decisivo para expresar opiniones, actitudes y hasta sentimientos.

Por “oratoria” se entiende el dominio de la palabra hasta el punto de que el mero hecho de hablar es elevado a la categoría de sofisticado arte de elocuencia y persuasión.

Y siempre que se escucha una disertación, un panegírico, o una conferencia aderezados con el toque sublime de la oratoria, se reconoce en el autor la capacidad de liderazgo brillante que arrastra a las masas.

Este es el último ejemplo del que he sido testigo:



“Magna oratoria”- o lo que es lo mismo- “porca miseria”

Y tras superar la inicial fase de estupor catatónico, recuerdo que esta Ministra es la autora de la polémica ley de “descargas para el que las pueda pagar” y que esta circunstancia la obligará profesionalmente a permanecer largas horas conectada a la red.

Por lo cual, visto lo visto, creo que los más prudente será no abusar del ciberespacio, blog incluido.

El que avisa no es traidor.

Bueno, no seamos derrotistas, veámoslo desde el lado positivo: España es un país en el que nuestra revolucionaria igualdad de oportunidades permite que cualquiera llegue a ministro.